Mitos: Dioses contra Titanes
Los orígenes del mito
Para que nadie sospechara que el niño vivía, entregó su custodia a las ninfas para que lo criaran. Cuando ya llegó a ser adulto, Zeus volvió al Olimpo clamando venganza, la estratagema fue añadir a la bebida de Cronos una pócima para hacerle vomitar. Cronos, ignorando quién le daba de beber, tomó de un sorbo el contenido vomitando a todos los hijos que se había comido desde el principio, entre ellos: Poseidón, Hades, Hestia, Demeter y Hera.
Cuando Cronos vomitó a todos los hijos que había engullido para seguir asegurándose el poder absoluto, se inició una guerra entre los Dioses olímpicos y los Titanes.
Todos sus hijos, incluido Zeus, artífice de la salvación de sus hermanos, decidieron luchar contra su propio padre Cronos. Basándose de antemano que el propio Cronos le había usurpado el poder a su padre Urano, es fácil delimitar porque el propio miedo a que éstos le hicieran lo mismo le llevara a engullir cada uno de sus hijos.
Los cíclopes y los Hecantoquiros, seres mitológicos hermanos de los Titanes (o sea hermanos de Cronos) se posicionaron a favor de Zeus y de los demás Dioses, el por qué es sencillo, Cronos había encerrado a los cíclopes (seres de un sólo ojo) cuando se hizo con el poder. Zeus sabiendo que poseían una enorme fuerza se alió con estos liberándoles de la prisión donde estaban hacinados. Los cíclopes regalaron a Zeus, el rayo y el relámpago y fue con estas armas con las que el Dios mató a su padre y acabó con la regencia de los 12 Titanes, tras la dura batalla de 10 años, iniciándose así un nuevo ciclo de poder personificado en las figuras de los Dioses Olímpicos (de formas antropomórficas, es decir, humanas). Sólo dos de los Titanes Océano y Prometeo se habían aliado con Zeus, los demás acabaron en el Tártaro (una parte de los infiernos protegida por enormes rejas de hierro) desterrados y sin poder.